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Joaquín Cano

Exposición de paisajes en los que Joaquín transita por lugares bien conocidos o recientemente descubiertos para, buscarse interiormente y jugar con la plasticidad de los materiales.

Sobre el papel queda la impronta de un ejercicio en el que se muestran a un tiempo el virtuosismo y el oficio del ejecutante. Muestra una contención pretendida en la búsqueda de una mayor potencia expresiva. Cuestiones cromáticas, gráficas y pictóricas están emocional y racionalmente plasmadas en función de este propósito.

Las obras presentadas me transmiten un realismo mágico. Mágico por cuanto observo unos lugares de clara y limpia presencia, estructurados desde una inquietante y misteriosa perspectiva. Los lugares quedan retratados y reinventados con plena solvencia a la vista del espectador, pero este queda plenamente envuelto en el misterio y en el engaño de la pintura.

La claridad y credibilidad gráfica de la imagen representada no está exenta de ausencias descriptivas. El encanto y el potencial de la obra está precisamente en esta depurada selección del detalle lineal, el barrido, la mancha y el tratamiento tonal.

Los títulos aquí presentados en los que siempre está presente el agua, dan buena muestra del dominio del artista con el líquido elemento.

Podemos contemplar superficies entintadas en amplias fusiones y degradados en grises.

Observamos también duros encuentros de manchas y líneas profundamente oscuras, frente a superficies totalmente blancas o vacías de materia en la que nos da buena muestra de cómo mostrar toda la potencia expresiva en el blanco del papel.

Formalmente las representaciones de las rocas de la playa con sus perfiles gráficos cortantes y sugerentes constituyen un frecuente recurso de gran riqueza plástica que pueden llegar a crear incluso, ambientes ciertamente espectrales.

Otros elementos como árboles y juncos son algunos de los motivos utilizados a menudo con gran acierto, mostrando su versatilidad y fuerza expresiva. Es el caso de las obras Marisma y Ría.

La representación de la luz y concretamente la luz de invierno queda magníficamente captada en las pozadas casi en penumbra y en las rocas profundas en su obscuridad de las obras.

El relato paisajístico y la acción de pintar, creo que dialogan felizmente hermanados para llegar al resultado de las obras aquí expuestas.

Joaquín Martínez Cano